Mirando de
lejos y un tanto de cerca la vida de algunas personas es imposible no inferir y
comparar con la nuestra y es que al final es el resultado de años, experiencias
y momentos los que crean la personalidad de nuestro ser y todos queremos ser lo
mejor y no todos lo consiguen probablemente porque se negaron a ver con
claridad lo que siempre estuvo claro y es que nuestro sufrimiento muchas veces
es resultado de nuestras malas decisiones pero mirando, hurgando, siempre
encontramos algo que nos hace sentirnos mejor con nuestras vidas al ver la de
otros realmente terrible con vidas sufridas que creen no tiene retorno porque
el tiempo, la vida y la costumbre les enseñaron a ser lo que son y no quieren
cambiar por temor o sencillamente cosas que nos inspiran a aspirar más de lo
que somos y tenemos y en cualquiera de los dos casos inspiración a tomar
decisiones que puedan reafirmar o cambiar nuestros destinos porque todo nuestro
futuro está basado en las decisiones y actitudes con que asumamos nuestro
presente. Y en mi caso en particular me siento feliz con mi presente porque veo
un futuro limpio, bonito, estable, rico, feliz pues. Feliz porque la vida con
sus golpes y mis malas decisiones me han hecho entender el propósito de ser más
fuerte, valiente, exitosa, luchadora y emprendedora con todos los sueños y
metas que Dios en su infinito amor me impulsará a cumplir, porque al fin decidí
ser feliz sin darle el poder a nadie de hacerme sentir bien o sentir mal porque
la paz interior y la felicidad están dentro de mi y lo tengo todo para serlo. Y
es que aprendí a ser feliz en lo mucho y en lo poco. Aprendí que sonreír es
bueno para el alma por que como decía el maestro García Márquez: “Sonríe
siempre, sonríe aunque estés triste porque no sabes si alguien se pueda
enamorar de tu sonrisa” Ser feliz depende de ti. Así que has lo que quieras, lo
que más te gusta, observa a tu alrededor y sonríe con cada regalo de la vida y
de nuestro creador que es un Padre amoroso, que nos acaricia con cada suspiro y
el viento que nos rosa la cara, que nos da aliento de vida y cada día renueva
sus misericordias en nuestra vida. Dale el control y deja que actué. Sé dueño
de tus decisiones y deja que Dios sea el dueño de tu destino.
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