Como todas las historias ésta comienza así:
Había una vez una hermosa luciérnaga.. Hermosa como pocas en el pantano... Brillante.. Muy brillante y con el corazón más puro y soñador de todas ellas... Siempre se sintió y fue diferente, sabía que su belleza no todos podían apreciarla, porque a pocos era capaz de mostrársela... Soñaba, siempre soñaba... Sabía que merecía al mejor macho de su especie... Pero pasaba mucho tiempo y no aparecía... Un día vió a uno que creyó se acercaba a ese que tanto había idealizado, era tan parecido a lo que había soñado que sin dudas le entregó su tesoro más preciado... Y hasta un pedazo de su corazón... Era tan dulce, tan perfecto, tan real... Creyó, creyó todo lo que dijo, y susurro a su oido... Creyó que harían un viaje juntos... O quiso creerlo por un momento, y pensó... Que fácil.. Que fácil llego... Todo lo que llega fácil, fácil se va... Y aún así decidió creer, se aferró a la idea de que su corazón no le mentía y se mintió a si misma... Llego el momento en que él decidió partir, y ella sabía que nunca más iba a volver... Lo sabía en su corazón y sintió miedo, miedo como nunca había sentido jamás en su vida porque sintió que con él se llevó su alma.. La dejó sin alma? Pues así se sentía... Vacía... Muy vacía... Su luz se fue apagando... Y por momentos dejaba de brillar... Que tristeza ver a una luciérnaga apagada... Si lo que mejor hacía era eso, brillar...
Me recuerda la vieja esencia de los cuentos de antaño...
ResponderEliminarBonitos... Así eran... Me quedé en esa época aunque no la viví.. jaja! Me hubiese gustado...
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